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Hace unos días estuve en la ciudad de Miami, participando en la primera edición de “eMerge Americas, Miami-TechWeek 2014”. Más allá de la súper completa agenda de conferencias magistrales de gurúes en distintas áreas, paneles con reconocidos empresarios, emprendedores y expertos, actividades sociales para networking, el hackathon donde más de 33 grupos de jóvenes diseñaron propuestas muy creativas de aplicaciones y herramientas basadas en las TIC, la feria comercial permanente y exposiciones de adelantos tecnológicos, el evidenciar la concretización de la decisión formal de autoridades públicas y privadas de convertir a Miami en un hub de innovación y emprendurismo de la región y del mundo en un evento de tal magnitud, me recordó que todo empieza por tomar la decisión.

Los propios organizadores confesaron que el evento superó sus expectativas. Ellos decidieron hace un tiempo lanzarse a promover dicha ciudad como meca innovadora y de atracción de talentos y emprendurismo de todo el mundo, y se embarcaron en un desafiante proceso para que “eMerge Americas” marcara el inicio formal de aquel sueño. Más de cuatro mil personas fuimos testigos de que lo lograron, y con ello inició el movimiento real de voluntades y fuerzas que hará consolidar a Miami más allá de una ciudad para ir shopping o a la playa.

Algunas de las principales lecciones y experiencias que aprendí, fueron:

  • La revolución digital en la que nos encontramos, es una especie de revolución industrial en esteroides. Es una evolución impulsada por el constante cambio de las tecnologías, pero que está provocando transformaciones relevantes en los modelos de negocios, y gestión pública y privada a todos los niveles.
  • Se reconoce que la creatividad está en el ADN de nuestra región, sin embargo, también se identifica el desafío para crear redes efectivas de personas y empresas, alianzas reales público-privadas, promover emprendurismo, y generar un contexto sostenible, a nivel de ciudad y de país, que atraiga y retenga talentos humanos.
  • Se comentó de la importancia de la discusión post-2015 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de las Naciones Unidas, indicándose la necesidad de incluir el desarrollo urbano alrededor de la innovación y las tecnologías de la información y las comunicaciones.
  • Vimos cómo el “Internet de las Cosas”, hace que el mundo se dirija cada vez más rápido a la interconexión de prácticamente todos los objetos, y por tanto, cambiará la manera de relacionarnos entre los humanos y con los objetos, así como una revolución en todos los sectores y a todos los niveles, generando retos importantes para la oferta de servicios públicos y privados.
  • Un enfoque interesante de una de las discusiones fue el cambiar las preguntas que nos hacemos para buscar soluciones más eficientes a los problemas. En vez de preguntar cuál es el problema, deberíamos cuestionarnos el por qué del mismo.
  • Se comentó la importancia del cambio del enfoque en el sistema educativo para generar competencias útiles a los problemas de la actualidad y del futuro, en donde se requieren más habilidades en ingenierías, estadísticas y análisis de informaciones estratégicas, inteligencia artificial, entre otras. Además, varios expositores coincidieron que las principales actitudes que deben enseñarse a los individuos para estar preparado, ser partícipes y beneficiarse de esta revolución digital son: pasión, curiosidad y disposición a aprender.
  • Cuando se enfrenta escasez de recursos financieros, la mejor decisión suele ser asumir las posibilidades de las tecnologías para optimizar y obtener los mejores resultados posibles con los recursos limitados.
  • Para que las empresas, las ciudades y los países puedan atraer innovadores y emprendedores, deben ser primero ellos mismos innovadores y emprendedores.
  • Se resaltó la importancia del crowdsourcing más allá de lo financiero, sino también para recibir retroalimentación que mejore la idea original o producto/servicio ofrecido.
  • Se mencionaron casos de fracaso que sirven de lecciones aprendidas a nivel internacional, como Kodak, que por arrogancia y no querer adaptarse al cambio inminente en los tiempos, cayó en bancarrota y desapareció, a pesar de haber sido pionero en su sector.
  • La innovación visionaria es cuando se logra identificar necesidades insatisfechas del futuro, adelantarse a los acontecimientos y dar soluciones a problemas que aún no se han visualizado por la mayoría.
  • Se presentó el proyecto BitCoin, una iniciativa súper innovadora que apunta a convertirse en un sistema disruptivo que cambiará las finanzas (banca, remesas, etc.) a nivel internacional, como Skype hizo con las comunicaciones.

Además, y quizás de las cosas que más me gustaron escuchar en un evento como este, fue la importancia que dieron a promover ideas emprendedoras relacionadas a causas positivas (social entrepreneurship), negocios de impacto social en los que el enfoque va más allá de la sola ganancia de beneficios financieros. Se habló del cambio de mentalidad necesario en las personas, las empresas y los gobiernos, así como en la sociedad en general, para pasar de lo exclusivo a lo inclusivo y sostenible, para cambiar el pensar en escasez a pensar en abundancia, re-direccionar las conversaciones desde el qué hacemos hacia el por qué lo hacemos.

Sin dudas, me encantó ser parte de la primera generación de “eMergers”, y estoy convencida de que quiero participar el próximo año también.

[Durante el evento publiqué muchos tweets sobre el mismo. Si quieres leerlos, visita mi Timeline de hace unos días –> @mabreumalla]

eMerge Americas 2014

eMerge Americas 2014

Antes, era más fácil opinar sobre las políticas públicas que eran necesarias para impulsar un sector productivo de la economía nacional, como el de las pequeñas y medianas empresas, para que éste fuera más dinámico y competitivo, innovador y generador de empleos, además de un atractivo retorno a la inversión…

Antes, era más fácil señalar desde aquel estrado lo que hacía falta para poner a los sectores públicos y privados de acuerdo en pequeños “detalles” que mejorarían el libre fluir del crecimiento económico y social de una determinada comunidad o bien de la sociedad en su conjunto…

Antes, era más fácil escribir párrafos y párrafos en informes y análisis sectoriales…

Antes, era más fácil criticar lo que “siempre se había hecho de tal o cual manera”…

Pero hoy, cuando la MIPYME soy yo, la historia es otra, totalmente diferente. Ponerse en estos zapaticos de MIPYME es todo un desafío.

Arriesgar unos pesitos que tenías ahorrados, para desarrollar una idea con la que soñabas, y ver el tiempo pasar y no poder manosear el éxito comercial que creías llegaría más rápido… Creerte los buenos deseos a tu súper idea de negocio por parte de muchos amigos y familiares, y conocidos de todos ellos, pero entender que abrirte un nicho en el mercado no es igual de sencillo; que no todo el que elogia tu idea se convierte en tu cliente.

Darte cuenta que para venderle al Estado de manera transparente tienes casi que hacer magia, aunque hay muchas y muy buenas intenciones, y hasta decretos presidenciales que poéticamente estipulan medidas muy favorecedoras. La verdad es que es muy difícil hacerlo real; demasiada burocracia y conflictos de intereses. Meses van y vienen. Y además, debes hacerte primero suplidor registrado del Estado, lo que implica que debes cotizar en la Tesorería de la Seguridad Social (y pagar al menos un salario), aunque hayas decidido, como emprendedor al fin, sacrificarte y no recibir un sueldo de tu recién creada empresa. ¿Irónico, no?

Revestirte de paciencia para lograr satisfacer todos los trámites y sus complejidades típicas de nuestro país, para poder hacer las cosas “por el librito”.

Y, a pesar de todo eso, nada es más gratificante que ver tu propia idea hacerse realidad y ganarse lentamente un espacio en el abarrotado mundo de los negocios. Nada me ha dado más regocijo en mi vida profesional que haberme arriesgado a emprender. Nada me ha otorgado mayor crecimiento personal que saberte dueña de una idea que se concretizó y que tiene potencial de expandirse y crecer. Pocas cosas me hacen sonreír desde el alma como cuando alguien desconocido me dice “¡ah, qué bien, tu eres la de As we see it!”

Cuando la MIPYME soy yo, reacciono, y me doy cuenta de que no todos tienen el empuje o el espíritu para emprender un camino que, si bien está lleno de obstáculos para vencer, también está repleto de bendiciones. Y me siento re-bendecida al saber que yo sí tengo ese bichito.

Venía conversando con un amigo muy querido sobre la gran virtud de la impecabilidad de tus palabras, de eso de cumplir lo que dices que vas a cumplir, de honrar tus promesas, de ser responsable en todo momento…

Tu palabra es probablemente uno de los más valiosos tesoros que tienes y también uno de los que más fácilmente das por sentado o subestimas.

Ser impecable con tu palabra es estar a la hora exacta que dijiste que estarías, aunque te cueste levantarte dos horas antes o aprendas mejor a planificarte o tomes rutas alternas o dejes de hacer otras cosas que te parezcan más divertidas o interesantes. Ser impecable es entender, y predicar con el ejemplo, que tu palabra es sagrada; si violas eso, si una y otra vez faltas a tu palabra, no cumples tus compromisos, generas excusas para todo lo que no hiciste como o cuando dijiste que harías, tu palabra pierde todo su valor, y tú, tu gran tesoro, además de infinitas oportunidades para tu vida personal y profesional, tus negocios y tus sueños.

Todos tenemos derecho a cometer errores, a fallar, a no cumplir con las expectativas, a equivocarnos, a llegar tarde una que otra vez. Somos humanos. Enfrentamos situaciones y coyunturas difíciles; nos lanzan curvas que debemos aprender a manejar y a tolerar cada día. No obstante, no hay razones válidas ni justificaciones verdaderas para que se convierta en hábito la falta de impecabilidad contigo mismo.

Impecabilidad es excelencia, es eficiencia, es responsabilidad, es puntualidad. Ser impecable es darle a nuestra palabra el valor que debe tener. Ser impecable es renunciar a la mediocridad. Ser impecable es no aceptar excusas para ser lo mejor que podemos ser, con nosotros mismos, y con nuestro prójimo.

Comparto una frase que otra gran amiga me hizo leer en el día de hoy: “Un día, me falló quien menos imaginaba y entendí que las palabras hay que cumplirlas y de los actos propios, hacerse cargo…”. ¡Seamos impecables!

Tengo varios años promoviendo desde distintas posiciones profesionales y por convicción propia, el tema de la innovación y el emprendedurismo como elemento básico para progresar y desarrollarnos, tanto como personas, como empresas y como país. Se hace muy sencillo repetir la cantaleta de la importancia de innovar y de emprender nuevos negocios para ser competitivos y garantizar cierta sostenibilidad a nuestras iniciativas y proyectos. “La innovación y el emprendedurismo son la base del éxito…”.

No fue hasta que yo misma decidí poner en marcha una idea innovadora… Qué difícil es ser emprendedor en un país donde existen trabas y obstáculos para todos los procesos y trámites. Cuánto papeleo. Cuánta burocracia. Cuánto desorden e irresponsabilidad de tanta gente. Cuánto nos falta…

Soñar con tener nuestro propio negocio es bueno y válido, es lo deseable. Debemos tener claro que se necesita mucho más que la brillante idea, capital y tiempo. Hay que tener paciencia. Hay que tener buenos contactos. Hay que saber ser más disciplinado que el promedio de los mortales en esta media isla. Hay que saber respirar hondo una y otra vez para enfrentar y superar las mediocridades.

Sin embargo, aunque el camino es realmente tortuoso, nada es más gratificante que la satisfacción de saber que pronto, muy pronto, tu idea soñada será una realidad.  Alguien muy admirado por mí, cuando le conté de mi iniciativa emprendedora, me dijo: “sueña en grande; inicia en la medida de tus posibilidades…”. Qué sabio consejo. Espero en las próximas semanas contarles de mi nuevo proyecto.